Diferencia entre jefe y líder

Esta semana os traemos un tema peculiar a la hora de hablar del trabajo, y es el aspecto del jefe.

Recientemente ha salido una noticia de que más del 70% de los empleados deja su trabajo por culpa del jefe. ¿Y eso? ¿Tan grave es la situación? Pues parece ser que sí. Es cierto que no nacemos sabiendo, pero eso no quita para que a más de uno se le suba a la cabeza eso del mando y se conviertan en tiranos.

Para ello, vamos a dar ciertas pautas de actuación. Puedes ver este vídeo o bien continuar leyendo.

Diferencia entre jefe y líder

La diferencia se encuentra en la forma y en el fondo. Un jefe, es aquel empleado al que le ponen ciertas personas a su cargo de repente, de la noche a la mañana, por lo cual tiene que dar seguimiento y responder con resultados. Esto causa cierto estrés, el cual va en aumento cuanto más puestos vas alcanzando en la empresa.” Todo poder tiene su responsabilidad.”

Sin embargo, el líder es aquella persona que por su personalidad hace que todos le sigan. Esto, como digo, viene de fábrica, ya en el colegio se ven las maneras, se le dan fenomenal las relaciones públicas y empieza a mandar con soltura, tanto a niños como a adultos.

En relación con el trabajo, el jefe simplemente tiene unos objetivos que cumplir y un equipo con el cual alcanzarlos y medirlos mediante resultados. Por el contrario, el líder es el que tiene visión y misión en un proyecto en concreto. Podemos decir que es la persona que fundó la empresa. Sin embargo, éste último necesita de jefes y demás personal para poder hacer su sueño realidad. Unos son idealistas y otros pragmáticos.

Por ello, cuando decimos que el 70% de los empleados está descontento con sus jefes, es porque ambos están en los extremos. Los jefes se convierten en tiranos y los empleados quieren ser tratados como VIP. Uno va al trabajo a sacar un rendimiento, no a hacer amigos. Eso era en el colegio. Y, por muy entusiasmo que se le pida a un empleado y al empleador de poner un ambiente laboral agradable, estamos jugando con el sueldo de todos, lo cual implica un rendimiento, una productividad que se tiene que reflejar en base a unos objetivos marcados.

Cómo delegar

El jefe debe conocer a su equipo, personalmente y profesionalmente. No sólo en relación a su CV, sino en el potencial que tiene cada uno. Sólo así podrás indicarle a cada quien lo que tiene que hacer en base a sus posibilidades y limitantes. Si tienes en tu equipo alguna persona más analítica que otra, más introvertida que otra, no puedes pretender que vaya a hacer networking y vender el producto si le cuesta presentarse ante cualquiera. Y viceversa con los extrovertidos, a ellos dales calle, les encantará y traerán contactos, pero no les metas detrás del ordenador porque no lo van a hacer con el mismo entusiasmo.

Lo mismo pasa con la resolución de problemas, ¿qué necesitas eficacia o eficiencia? Depende de cómo sea la persona a quien delegues ese problema lo resolverá rápido pero como elefante en una cacharrería o bien, por el contrario, será minucioso pero se tardará más.

Comunicación asertiva

Para lograr que todas las partes se entiendan, hace falta primero saber escuchar, pero también saber manifestar lo que realmente deseas. En los negocios, como en la vida, el NO no es falta de educación, es igual de válido que el SÍ y hay que saber usarlo.

Ejemplo de ventas: ¿Cuántas veces estás vendiendo un producto y la otra persona no tiene el autoestima suficiente como para decir No me interesa, y sin embargo te pone excusas como, estoy reunido, llámame otro día, ahora no puedo atenderte… A lo que le tienes que preguntar directamente, “Disculpe, si no le interesa mi producto, dígamelo y no le molestaré más”. Es ahí cuando te dicen: “Cierto, no me interesa”. (Claro, pero llevo 10 días detrás de usted como posible prospecto y me ha hecho perder el tiempo y el esfuerzo).

Lo mismo que cuando se busca empleo. ¿Qué le cuesta al empleador o RRHH enviar un mensaje o llamar al candidato para decirle que no ha pasado la entrevista, que no es su perfil? De esa forma, la comunicación es fluida y te lo agradecen. De lo contrario, la persona en búsqueda de empleo aprende que cuando te dicen “ya te llamaremos, es que no te llamarán nunca”, además de desagrado con esa empresa y posiblemente no vuelva a comprarte un producto tuyo más en su vida.

La comunicación asertiva es simplemente educación y respeto por el prójimo, además de a ti mismo. ¿Por qué va a saber tu jefe que eres experto en algo si no se lo transmites? ¿O por qué no preguntas la situación personal de cada uno para saber si a las 19h de la tarde es posible que alguien de tu equipo vaya a un evento o por el contrario tiene que cuidar de sus hijos? Habrá algún soltero en tu equipo que le encante ir a eventos a conocer nuevas amistades porque las paredes de la casa se le caen encima, y por el contrario, otro del equipo está deseando que lleguen las 16:30h para ir a recoger a su peque de la guardería porque es padre/madre primerizo.

Saber supervisar

Este tema es más difícil que el anterior. El motivo es porque hay una línea muy fina que no se puede pasar y se basa en la confianza. Confiar en que la persona a la que le has delegado una tarea sabe realizarla es difícil para un autónomo (ellos siempre piensan que como ellos nadie hace nada).

Posiblemente tengas que armarte de paciencia porque los resultados que esperas no los tienes en la inmediatez que estabas acostumbrado cuando lo hacías tu mismo. Sin embargo, debes tener algo en cuenta: “El tiempo es oro, y el jefe/empresario/líder no puede perderlo. Sale muy caro”. Si necesitas que alguien haga algo como tú quieras, sólo tienes que decirlo con asertividad. Aquí hay unas pautas:

  • Urgente: tarea que te pido que hagas ahora mismo. Deja lo que estás haciendo y sácame esto por favor, que lo necesito para ayer!
  • Importante: tarea que es importante pero no lo necesito ahora mismo, eso sí, sí la necesitaré mañana por la mañana, por lo que no la metas en el cajón.

Con estas premisas que se le indica al empleado, la productividad será fluida. Todo irá sobre ruedas.

*Tip para el empleado:  En el momento en el que pase tu jefe por tu mesa y te pida algo, sácalo inmediatamente y después continúa con lo que venías haciendo. Te quita, sobre todo, el tema de la cabeza, no se te olvida porque ya lo has hecho y quedas fenomenal. Ya puede ser enviar un email, llamar a Fulanito, hacer un recado… cosas pequeñas que no duran más de 5 min pero que si estás escribiendo un informe te quitan la concentración si estás con el pensamiento “tengo que hacer esto.. ahora lo hago”. No. Para. Hazlo, y continúas.

Saber estar sólo

Desde el primer día en que pasas de ser un compañero a un jefe debes tener algo en claro, no eres uno de ellos. Ahora estás en la diana, y no hay mejor conversación entre colegas que meterse con el jefe a la hora del café, en el cigarro, en la comida, etc. Por lo que tu vida cambia. Debes aprender a estar solo.

Este no es el único motivo por el que debas estar solo. Ten presente una imagen: las cuadrigas de Ben-Hur. Ahora eres el jinete que conduce los caballos y eso se ve desde otra posición. Tú eres el que está en un puesto más arriba (literal) para ver a vista de pájaro cómo mover las fichas del ajedrez. Si te pones a su altura, no podrás observar el panorama, no podrás delegar como lo hemos comentado más arriba y los números que presentarás no serán los que se te pidan. En definitiva, no sacarás tu trabajo adelante.

Como verás, el ser jefe implica mucho más que el sólo trabajar, recibir órdenes e irte a casa a descansar. La diferencia con el líder es abismal porque influyen otros factores como los que ya comentamos al inicio. Ahora bien, céntrate en ser pragmático, ten una comunicación directa y fluida con tu equipo y podrás llevar a buen puerto todos los planes que te envíen desde arriba. No olvides reconocer a cada uno de tus compañeros el trabajo que realizan, todos necesitamos una palmadita en la espalda y saber que estamos haciendo las cosas correctamente.

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